Estos updates se vuelven más y más esporádicos. Y lo más jodido es que ni siquiera por pajero, sino porque realmente he andado en chinga loca. Esto de andar en el pisto y mantener una reputación está durísima. Yo con mi vida ya no puedo.
Total que retomando el Epic Win que fue mi vida en Europa, anduve en Suecia, padrísimo, tomando fotos a todos esos monumentos (y uno que otro edificio) y la vida, ya toda la banda reunida.
Total que mi peda comenzaba y con ella mi Rage imparable. Jodido yo que pensaba que eran sólo los gringos quienes no tragaban nada más que McDonald’s y Taco Bell. Oh Lord, no! También los pinky canadienses de mierda: Matt y Lisa.
Yo en Europa y tragando comida china porque además de todo no querían que nos separásemos porque éramos un equipo. BAAWWW!
Pues ya fuimos a un bar, me pidieron ID que claro no llevaba, el guardia amenazó con meterme su nigger cock por cada poro de mi ser y acabé regresando al hotel a empedarme con Stina en la banqueta. Básico.
Ni hablar, llegó el día de dejar Suecia y tomar el crucero a Finlandia y yo estaba shitting bricks a cada paso. Mainly because ya había oído tooodo el año pasado de cómo es LA peda, as in, ni el acumulado de todas las anteriores, presentes y futuras se compara. Sí, y además, iba a cruzar el mar Báltico (creo), seguro mi historial de lucha por sobrevivir hacía las cosas más fáciles…
Pues ya andaba bien culeado de sólo pensarlo, pero que nadie diga que dije ‘no’ a mi Aventura en el Poseidón.
Finalmente tomamos el crucero. Al parecer con nuestra cabinita venía incluído dos horas de buffet con cerveza y vino. Fue simplemente genial cómo todos pedimos helado y diez copas de cheve y otras de vino. Pero jodidos están ustedes si creen que éramos el único grupo de teporochos ahí. Nel que todos andaban tirados a la mierda como nosotros.
Típico que salí pedísimo y recargándome en Malin como en los buenos viejos tiempos. Pues fuimos al Duty Free y compramos chingos de alcohol finlandés para ambientarnos al país y así, ya saben, parte de ser ciudadano del mundo. Yeah that, y yo no sé por qué pero es que en Finlandia puedo echarme shots de vodka derecho y me saben a pura gloria y a la mañana siguiente despierto que ni con líneas de coca.
Needless to say, di el pass out en algún pasillo del crucero, casi me meten a una cabina llena de finlandeses – cosa no cool porque son feos – y el punto es que no tengo ni puta idea de cómo desperté de vuelta en mi cama, like dos minutos después, y ya llegando a Finlandia.
Llegamos a Turku, ciudad estudiantil, y dormimos toda la tarde. Bueno, no todos. Mi querida zorri-amiga Maggie estuvo toda la mañana, tarde y noche vomitando su alma en el baño. That was just awesome. Y yo, tipo de que cantaba y llegaban los pájaros y los otros animales en onda Enchanted. Yo amo Finlandia.
Pues ese día, yo moría de felicidad porque mi amiga Leena – Presidenta del aclamado Kännisten Clubi – llegaba de Helsinki con todos los miembros de Finlandia a bienvenirme. Detrás de toda esa alegría se escondía el terror en mi alma porque seguramente moriría la mañana siguiente. Pero quién sería yo si le hiciese caso a mi buen juicio? Pues claro que me vestí padrísimo, con pantalones súper holgados (porque esto de usar skinny jeans en noches de inminente tapón jamás me funciona), cámara cargada, tres litros de agua en la sangre y un double set of balls para envalentonarme.
Yo estaba listo para la batalla…
… pero de pensarlo ya me sentía mareado.