Le pido disculpas a mi único lector por no haber actualizado en siete meses o así. Estoy escribiendo esto en febrero, pero seguramente terminaré de escribirlo en octubre o un pedo así. La vida está muy cabrona estos días. Por qué? Bueno, porque siempre ha sido muy difícil ser yo, claramente. Pero ahora debo ser yo en un país quesque muy desarrollado y mucha mamada pero que no tiene tiendas 24/7. Sí, me mudé a Canadá.
Los primeros días aquí se pasaron terribles. Para empezar estuve viajando con mi familia unos cuantos días porque ninguno de nosotros conocíamos el país. Tipo, qué de interesante podría haber en ver un montón de nieve por todos lados? Además los canadienses siempre se me habían hecho la versión menos guapa de los americanos. Puras malas decisiones en mi vida, como siempre. Lo único divertido de esos días fue que mi hermana tuvo que mear detrás de un árbol, y la babosa claramente le atinó a todo menos al árbol. Con esta gente me tocó crecer.
Terminé instalándome en un departamento cerca de la escuela con un roomie, joto también. Lo conocí a través de Grindr Craigslist y, aunque inicialmente me daba miedo que fuera un pervertido, o sociópata, o vegetariano, resultó que no era nada de eso, sólo era alguien en busca de amor, de ese que sólo se siente cuando te taladrean del ano.
Yo pensaba que después de los 40 a cualquiera se le quitaba lo perro, pero claramente estaba equivocado: El güey tiene como 90 y cada dos semanas encuentra al nuevo amor de su vida. Yo no sé cómo le hace. Este párrafo fue claramente patrocinado por La Envidia.
Debo confesar que al principio me sentía demasiado extraño en Montreal. Como que no me hallaba, no sé si era porque ya estoy relativamente menos joven que cuando partí a Francia, o porque no era Francia en sí. De cualquier manera, me sentía medio culero. Después comenzó la semana de integración y con ella a fluir el alcohol. Qué belleza de situación. Ahí fue cuando recordé que sólo así sabía hacer amigos.
Entre las cosas cagaditas que pasaron esos días, me fui de campamento con la clase. Nada padrísimo, excepto por el hecho de que nos metimos en un clóset – irónicamente – a fumar mota hasta taparnos. Yo no creía en el humo de segunda mano hasta que literal me puso más drogado que la Campuzano. Sí estuvo muy cabrón eso.
Después comenzaron las clases y les juro que todas mis ilusiones se fueron para abajo. Se supone que estamos en una maestría, no en la puta prepa. Por qué aún hay gente que se empeña en ser pendeja? Es que no lo comprendo, en serio. De inmediato se dan a conocer esas personas que creen que tienen que comentar absolutamente todo o usar la clase para quejarse de la vida, de su vieja, y de su puta madre. Qué irritante.
Luego, también noté que había un chingo de gente pero bien pendeja. Así, de ésas que estás seguro que chuparon pilas de chiquitos porque me cuesta trabajo que alguien pueda ser tan pendejo de nacimiento. Claramente esa situación cambió cuando empezaron las clases de Finanzas.
No me sentía tan baboso desde que me caí al río hace unos tantos ayeres. De que todo el mundo entendía perfecto qué era el NPV y las perpetuidades y anualidades y yo así de, “Qué carajo está pasando?!”. Fue como esa vez cuando me la dejaron ir sin lubricante, pero al menos le echaban un poquito de saliva antes. Aquí ni eso. Yo así no puedo.
Me pasé literalmente todos los días (incluyendo sábados y domingos) en la escuela desde temprano hasta bien pasada la medianoche. No trabaja así ni cuando trabajaba. Peor aún, esta vez estaba pagando yo por tremenda chinga. Se me hacía agua la canoa de volver a Millward Brown a veces. Así de culera estaba la onda.
Afortunadamente, había 78 personas en la misma situación que yo, y todos sabíamos lidiar con este dolor de la misma manera: tirándonos al pedo. Bendito sea el Señor por habernos dado el alcohol. Yo no sé qué habría hecho sin él. Me refiero al alcohol, no al Señor.
Bueno, también agradezcamos a la universidad, porque aparentemente está rankeada en el top 10 de las universidades más desmadrosas del mundo. De que tenemos cervezas a un dólar, tres bares en el edificio y mota en cada esquina. Entiendo tantas cosas en este momento.
Desafortunadamente, la cosa en vez de mejorar, se ponía más ruda. Las materias eran más difíciles, el tiempo para dormir era menos, la búsqueda de internship para el verano era más ruda, y además, se nos venía el puto invierno encima.
Lo único bueno de todo esto es que el frío es como el bótox de la Madre Naturaleza. Si no fuera por lo liso y estiradito que tengo el forro de los huevos ahora, ni yo mismo me lo creería. Todo buenísima onda.
Con este pinche frío, el mejor consejo que me dieron mis compañeritos canadienses fue: Consíguete un abrigo de carne y hueso. Y pues yo estaba muy abierto de piernas a esta propuesta. El pedo es que todos en mi generación son feos. Sí quiero el pasaporte canadiense, pero tampoco lo quiero tan desesperadamente. Tampoco me chinguen.
Yo venía a Canadá con la idea de encontrar marido y lo único que terminé mamando fue la botella. Bendito el Espíritu Santo que congeló todos los lagos y ríos antes de llegar a mi pico de alcoholismo porque esta basura de cursos y profesores me estaba orillando a ahogarme a propósito.
A veces no creo que esté pagando para tanta mamada. Evidentemente mi ‘yo’ borracho tampoco lo cree porque en la peda de fin de primer semestre abofeteé al director del programa. Onda sin querer queriendo, obvio.
En un pensamiento completamente no relacionado a este evento: Yo no sé cómo no me han expulsado. La neta.
En diciembre regresé a México al deliciosísimo sol acapulqueño. Después del clima tan culero en el que vivía, se me hacía agua la canoa por estar más quemado que los 43 normalistas de Guerrero. Fatality!
El 2015 llegó y con ello tuve que regresar a Montreal para otro semestre de chinga loca. Las clases siguen siendo nefastas, cada persona ya tiene un clique muy definido, y la perspectiva del futuro me aterra. Me siento de nuevo en la prepa.
Lo único cool de todo esto es que me iré a Singapur dos semanas con la escuela y una en Bali para relajarme sabroso. Lo mejor de todo es que regresando ya tengo trabajo para el verano. Voy a vivir como el puto Wolf of Wall Street con tanta puta y cocaína que me voy a meter con ese dinero.
Hace falta aclarar que nunca he hecho la una o la otra, pero con ese dinero, I might as well start doing it.
Así que, qué puedo decir de estos últimos meses? Que han sido poca madre. Recuerdo cuando inició 2014 y me dije: Éste es tu año, pase lo que pase, asegúrate de vivirlo al máximo.
Renuncié, me aceptaron a la maestría, me fui de voluntario en Sudáfrica, me mudé a Canadá, y hasta el momento en que estoy escribiendo esto, sigo cultivando éxitos. Definitivamente fue uno de los mejores años de mi vida hasta ahora.
Quién sabe si viva para ver el 2016 o me muera antes, pero si algo me pasa, quiero que sepan algo:
Mi vida ha sido poca madre.