Bueno, pues ya casi llegamos al final de esta saga en la que pretendo que tengo amigos, y en la que pretendo que me alegra un montón verlos casarse mientras yo sigo de quedado. No, mentira, la verdad no me quiero casar porque después de tanta boda, lo único que me da es hueva al pensar en todo lo que tendría que planear. Peor aún, todo lo que tendría que gastar para tener la boda que quiero. No, gracias.
Pero claramente no todos comparten esa opinión, this being the case of my bestie de la prepa, Karen. Yup, la mismísima Karen que me vomitó en la cara cuando cumplí 15 años. La misma que se volteó su coche apenas lo sacó de la agencia literal, la misma con la que hice verano de cálculo y terminamos más pendejos que como empezamos. Good times, realmente. Obviamente tenía que ir fuese donde fuese.
Famous last words.
De que se mudó desde la pandemia a Nayarit y yo lo único que conozo de ese lugar es que es narco central y no sé si ahora que ya soy canadiense soy lo suficientemente güero como para que me consideren turista aka especie protegida. Pues obviamente no me iba a arriesgar, entonces me encomendé a todos los santos, a la rosa de Guadalupe, hasta me prendí una o dos varitas de incienso en el culo y todo para purificarme y así. Pero lo realmente efectivo, lo que realmente funcionó fue hacerme amigo del taxista que nos llevó de Puerto Vallarta a Sayulita. De que me caga hablar con la gente y entre menos me hablen más alto su rating en Uber, pero en estos casos le conté todo de mí, hasta de mis gatos.
La delgada línea entre dejarme vivo porque le caí bien o darme suelo porque le cagué los huevos. Esta vez fue la primera opción, gracias a Dior.
Llegamos a… güey, no me acuerdo ni del nombre del pueblito infame, pero tipo está al lado de Sayulita. Anyway, not that it matters, tiene un nombre en español, y con la cantidad de gringos viviendo ahí, no tardan en cambiarle el nombre a algo más internacional. Real he visto más latinos en Montreal que todos los que vi en ese lugar. Side note, pero además los gringos que vivían en ese lugar eran el tipo de gringos que más me cagan, léase: los pinches gringos piojosos que andan descalzos por todos lados, puros anti-vacunas, vibraciones altas, 5ta dimensión y sus mamadas. Puro pendejo y así.
Lo más cool de la boda fue reencontrarme con amigos de Karen que pasaron a lo largo de su vida y que yo, por conocerla casi 20 años ya, pues también los conocía. Reencuentros interesantes incluyeron: Yannick, Sara, y Carolina. También vi a Anabel y Ericka, sus amigas de la infancia que fueron con nosotros en la prepa. Ninguna me habló aunque me reconocieron. De que las dos me pusieron una jetota enorme and I was a bit like, de dónde consiguen esta actitud tan altanera cuando una es madre soltera de gemelas desde los 15 y la otra terminó en el hospital por anorexia? O sea, no pueden ser culeras y tener una vida tan culera, like, bitches, pick a struggle. La madre soltera, Anabel, era la más mamona de las dos, pero con qué cara? Porque su actual pareja se puso hasta el huevísimo, casi se madreó al hermano de la novia, y se peleó con todo mundo porque a huevo quería irse a Puerto Vallarta a seguir la fiesta estando increíblemente pedo. De que la tipa tuvo que dormir de refugiada en el cuarto de alguien más porque el güey la dejó en la fiesta sin llaves ni dinero lol. Pero somehow en su cerebro de pistache ella cree que tiene la superioridad de barrerme. Ma’am, mejor barre tu vida que es un mugrero.
OK, ya me desahogué.
En notas más cool, vi a Sara que siempre era una fuente de diversión, sobretodo porque yo era muy yo y era ella extremadamente woke. Joke is on me now porque me tomó 10 años comprender su punto de vista y aceptar que ella siempre tuvo la razón. Obvio la vida ha pasado un montón y ahora ella está casada y tiene un hijo. De verdad aprecié la sinceridad de los dos al decir que muchas veces desearían no haber tenido un hijo porque es una putiza y es algo que casi nadie admite. No es que haya cambiado mi vida algo que yo ya sabía, pero aprecio su honestidad.
La boda estuvo carísima, de esperarse, pero a la vez también estuvo pésima. La wedding planner claramente mintió muchas veces en su CV porque ni en pedo pueden convencerme que sabía lo que hacía. La ceremonia empezó media hora antes de la hora a la que nos citaron, for example. La cena tomó dos horas y la interrumpían cada tanto para sacarse fotos con los novios. El DJ tocó la canción equivocada en el baile de los novios y nadie lo corrigió, y un montón de cosas más.
Hablando del DJ, el güey literalmente puso su Spotify en random y cobró su cheque. Onda de que ponía a Gloria Gaynor, después a Julieta Venegas, después Michael Bubblé, después a Los Tigres del Norte, las Spice Girls y cerraba con Luis Miguel. Esa mezcla gritaba ‘enfermedad mental’. Tal vez el DJ tenía trastorno de personalidad multiple, tal vez era Maybelline. Mi diagnóstico clínico dice que simplemente estaba bien pendejo.
Al día siguiente hubo tornamesa en el restaurante de Karen. La fiesta ese día estuvo más buena, la verdad, pero todo mundo estaba crudísiimo menos yo. No nos quedamos mucho porque quería ir a Puerto Vallarta a comer langosta, miam miam.
Side note: El novio es de Marruecos y la leyenda cuenta que se casaron porque se le vencía la visa. I mean, yo como imigrante también traté de hacer eso apenas llegué a Canadá pero lo único que logré es que los rufianes me hicieran el hoyo más grande, more power to him, la verdad.
Así acabaron las bodas a las que me invitaron. En el siguiente post hablaré del funeral. Un evento muy eventual.