El Gran Diluvio

Agua pasa por mi casa.

Para celebrar los 21 años de vida de este triste blog en todas sus versiones, les traigo una historia digna de Cuentos de la Cripta o como sea que se llame ese show. El punto es que la historia está de terror y que yo, a pesar de la biología y de las 20 mil pruebas que me manda Dior cada día, sigo estando casi tan skinny como cuando inició este blog. “Casi” porque tuve que subir de talla 28 a talla 30 recientemente y ha sido un tema muy difícil para la familia entera.

Ahora sí, les voy a contar de El Gran Diluvio, y no, no fue una situación bíblica, no hubo arca de Noé, pero sí ha habido un chingo de animales involucrados, y todos, absolutamente todos, deberían haberse extinguido por pendejos. La verdad el más pendejo fui yo porque creía que todo iba a salir bien y estaba cool, pero claramente esta ha sido otra prueba de Diorsito. Ya, chingao, suéltame, por favor!

No sé si les conté, si sí, qué bueno, sino ni modo, pero cuando andaba en México en el casamiento de mi hermana le dejé la casa a Clothilde porque su ex-novio la uso como perilla de box sin consentimiento, aka se la madreó. El punto es que justo un día antes de regresar, hubo una tormenta en Montreal de ésas en las que había alertas de tornado y te imaginabas a la pinche vaca volando onda Twister y así. Pues ninguna vaca se impactó contra mi bella casa, pero una puta hoja de árbol tapó el drenaje del techo y básicamente se inundó la casa entera. En verdad que cuando dije “Julio, sorpréndeme!”, me refería a que Olivier me trajera una cervecita fría, no a vivir como pinche refugiado de Palestina por los siguientes dos años, pero claramente las estrellas no comprendieron la diferencia.

Nos tuvimos que mudar a casa de los tíos de Olivier en las afueras de la ciudad en lo que el seguro reparaba la casa. Uno habría pensado que sería en chinga pues pagamos un chingo de seguro y estábamos en la lista de reparaciones de emergencia, pero se tardaron seis semanas en ir a revisarla y otras dos en abrir todas las paredes para aerear la construcción y evitar moho. O sea, lo bueno es que era una pinche emergencia, que sino…

Cuando por fin nos mudamos, nos dijeron que reconstruirían toda la casa porque literal tanta humedad levantó los suelos, infló las paredes, desalineó las escaleras, etc., etc., etc. y así. Claro, quién habría pensado que seis putas semanas de retener agua en las paredes y suelos esperando a que el pinche seguro fuera a inspeccionar la situación, podría tener consecuencias estructurales, verdad? Es que en verdad que en este mundo hay quienes nacimos vivos y quienes nacieron pendejísimos.

Entonces dijimos, pues ya, ni pedo, que lo hagan de una vez entonces. Oh, girl, I was so cute for that.

El seguro nos dijo que sólo podían empezar a hacer eso en diciembre porque así funcionaba el servicio de emergencia. Bear in mind que literal estábamos a principios de septiembre cuando nos dijeron eso. Es que a veces ya no puede hacerse más que reírse porque sino lloro, y llorar arruga, y yo ya no estoy para andarme arrugando de a gratis. Entonces tuve la gran idea de aprovechar que nos reconstruirían la casa para ampliarla. Eso fue hace año y medio y literal sigo pagando por esa gran idea con dinero, sangre, sudor y folículos capilares.

Nos mudamos de vuelta a nuestra casa en donde vivimos básicamente por 12 meses más en estado de obra negra. Literal me sentía damnificado de Acapulco, excepto que yo estoy pendejo en ciertas formas, pero no pendejo pendejo como ellos. A Cristo también lo odiaban por decir la verdad. Durante ese tiempo estuvimos buscando arquitectos, constructores, fe y esperanzas infundadas.

Todo eso fue en 2023 y en agosto de 2024 nos volvimos a mudar a casa de los tíos de Olivier porque por fin la construcción comenzaría. Nos dijeron que duraría tres meses y que nuestro regalo de Navidad sería volver a nuestra casa completamente remodelada y con un piso nuevo. Yo estaba moister than oyster imaginándome en mi castillo… Goeiiis, es que me dolieron menos todas las mentiras de mi ex-novio. Literal nos mudamos de vuelta en marzo de este año, siete meses después de que inició la construcción, y todavía no pinches acaba.

Literal todo lo que no debía ocurrir ocurrió durante estos siete meses. Nos rompieron paredes que no debían, nos arruinaron el baño que literal era la única razón por la que compramos la casa en primer lugar, nos rompieron cristales, nos pinches chingaron la cocina que venía desde Italia… Y ADEMÁS NOS COBRABAN POR HORA POR HACER SUS PENDEJADAS. Prueba irrefutable de que estar bien pendejo sí deja lana.

Pero la cereza en el pastel fueron las pinches escaleras. Saben cuánto cuesta construir 15 pinches escalones en línea recta, vulgar madera, y nada de estilo (porque soy gay, incluso jotísimo, pero gracias a Dior pinté la raya antes de interesarme en shows de dragas)? Échenle. Es que no mamen, 54 mil putos dólares. Literal casi me cago en los calzones cuando vi el costo, y legal que lo único que impidió el desastre es que si pagaba eso no tendría para comprarme otro par después. A veces sí me caga vivir en un país donde el trabajo es bien remunerado porque en México un “maistro” me las habría hecho por 10 mil pesos y una coquita de vidrio. No me queda más que ponerme a llorar.

Pero bueno, todavía no me corren, así que aproveché para pagar todo y hasta para comprar muebles y la chingada. Ni pedo, al que le den pan, que llore.

Si algún día me armo de valor, les contaré de cómo mi trabajo pende de un hilo y cómo, a pesar de lo anterior, se me ocurrió adoptar a la gata más fea del mundo (pero tiene un chingo de personalidad porque a la cabrona no le queda de otra). Se sabe que no puedes ser feo y culero, like, girl, pick a struggle.

En fin, esta fue la historia de mi vida a 21 años de haber creado este blog. La neta sí está bien pinche triste, pero aquí sigo, muerto pero de pie como un pinche árbol.

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