Entropy

Masiosare, un extraño enemigo.

Después de meses de agonía y sufrimiento, de ilusiones y sueños rotos, de conversaciones que no llevaron a ninguna parte y, en general, de los abusos de mi pinche jefa culera, decidí tomar decisiones importantes en mi vida. No, no hablo del cambio de sexo, de eso todavía no me convenzo. No, no, no, decidí mandar mi trabajo en un viaje one-way sin escalas a la chingada.

En agosto le di un ultimátum a mi jefa después de ver que todo mi trabajo se lo adjudicaba Masiosare, una huevona pendeja de la que hablaré más tarde, y ella, quienes no tenían ni puta idea de lo que se hacía ni cooperaban tantito con los proyectos, pero eran chingonas para colgarse la medallita y más chingonas aún para salir corriendo cuando iniciaban los putazos. Pues en esa bellísima conversación le dije que no le volvía a hacer ni un puto reportito más si no me daba el crédito que merecía. Ajá. Por supuesto que mi jefa en esos momentos dejó medio peso de su ser en el asiento porque pensó que le renunciaba. Corrió sin perder el tiempo a prometerme la luna y las estrellas y yo, educado para creer en la gente y esperar que hicieran honor a sus palabras, le creí. Tan pendejo.

Por supuesto que no ocurrió. En cambio, las cosas siguieron iguales y me enviaron más cuentas para hacerme cargo de ellas yo solito, mientras mi equipo incompetente se hacía pendejo con otros clientes. Ah, qué bonito, de la noche a la mañana pasé a llevar el 60% del revenue de mi unidad de negocio. Qué emoción tener tanta responsabilidad, qué orgullo ser una persona tan confiable, que desafío mantener satisfechos a tantos clientes de empresas trasnacionales. Así trataron de venderme la idea al menos. I may be dumb, but I’m not stupid, you know?

Entonces, después de un par de meses de explotación – para la cual no estoy hecho porque, seamos francos, no necesito dinero – tuve mi plática mensual con mi jefa. Ya saben, esas juntas pendejas en donde yo finjo que mi opinión importa y mi jefa finge tomarla en cuenta. En síntesis, un verdadero ejemplo de “atole con el dedo” en el que todos estamos satisfechos diciendo y escuchando mentiras.

Pues mi jefa, acostumbrada a mentir embellecer la verdad hasta que ésta desaparece por completo, me dijo muy quitada de la pena y cito:

Mi jefa: Mau, te escogí para ser el responsable de Grupo Modelo porque es el proyecto más grande de toda la compañía y habrá muchos ojos encima de nosotros. Como tú sabes, este proyecto es un piloto para que después el proyecto se lance de manera global.
Yo: Ajá… y por qué me escogiste a mí, again?
Mi jefa: Ah, pues porque son clientes muy complicados, demandantes, intensísimos, tienen unos modos horribles, piden cosas de un minuto para otro y tú ya estás acostumbrado a todo eso. Básicamente estás en una zona de comfort y ya todo lo manejas.
Yo: Ah, OK, sí, gracias por confiar en mí.
Mi jefa: Y sobre el cambio que habías pedido de cuentas, no va a ocurrir en el corto o mediano plazo, el inicio del 2014 va a ser muy pesado para ti, no te miento, pero aguanta, tú puedes.
Yo: pokerface.jpg

Entonces me di cuenta que mi carrera no iba a ningún lado, lo tomé con filosofía y decidí preparar el mejor momento para mandar todo a la chingada. Revenge is a dish best served cold, no? Pues yo decidí servirles aquel manjar en enero, cuando TODAS mis cuentas demandarán muchísima atención y mientras mis compañeros incompetentes colapsan con las suyas. Ay, Dios mío, me vengo sólo de pensarlo.

Los siguientes meses desde que tomé la decisión han sido los más padrísimos de mi vida. Desde que empecé a vivir sabiendo que no habría mañana, mi existencia se convirtió en un yolo constante. No me desvelo más en la oficina, le doy la mínima atención a los clientes, dejé de absorber trabajo de mis jefes y ahora dejo muy sutilmente que ellos hagan su trabajo y, en general, me la paso viendo series, tweeteando, bloggeando y mandando CVs en horario laboral. Básicamente me pagan por irme a hacer pendejo. Y lo mejor de todo es que me di cuenta que la gente no lo nota en absoluto.

Prácticamente me desviví por complacerlos durante tres años y ahora que le doy la misma importancia al trabajo que un árabe a los derechos de la mujer, me doy cuenta que no debía de preocuparme en absoluto por nada. Qué es lo peor que puede pasar, anyway? Que me corran? Por favor. Ojalá hubiera tomado esta decisión antes, me habría aliviado de mucho estrés en mi vida.

Lo que más me caga de risa es que todos en mi equipo están colapsando y me anuncian todos los días que ya saben que tengo muchísimo trabajo para enero, pero que no hay nadie más que lo haga (y es impensable que mi jefa o los seniors incompetentes hagan algo), entonces pues me chingo yo. Normalmente están acostumbrados a oír un “no” de mi parte o un “me preocupa el tiempo y la cantidad de trabajo con respecto a lo que ya tengo agendado” y ahora sólo es un “OK, claro que sí, pero por fa que sea a mediados de enero” y ellos acceden muy sorprendidos por mi poca resistencia a la chinga venidera. Pendejos, no saben que me voy la primera semana de enero. trololol

Y pasando al tema de Masiosare, a continuación les describo la delicia de pendeja que me manejo:

Resulta que a esta vieja la tenía como cliente antes de tenerla como “jefa”. Le pongo comillas porque organizacionalmente (e intelectualmente) la pendejita no está arriba de mí para nada. Ah, pero cómo le encanta sentirse el gallito del corral. Entonces básicamente se siente la más chingona del planeta cuando su gran contribución a un proyecto de dos millones de pesos fue- y ojalá esto fuese mentira, pero Dios sabe que no exagero:

Masiosare: Mau, este reporte de 301 hojas está padrísimo, pero tengo un comentario que necesito tomes en cuenta: En la página 193, en la conclusión, quítale el punto-y-coma. Gracias.

NA MAHMAR. Cristo Bendito, apiádate de mí!

Neta a esta bruta le pagan dos veces más que a mí? Cuál es su impacto en la oficina o en el mundo? Convertir más oxígeno en dióxido de carbono? Porque de otra forma, la neta no veo otra contribución. Ah, pero que no sienta que se le sale el gallinero de control porque entonces sí se pone pendeja, como lo explico a continuación:

Para no perder la costumbre, me hicieron responsable de otra cuenta de la que inicialmente no lo era, porque soy muy capaz y sus pendejadas. Bueno, pues estaba atoradísimo de trabajo y mamadas cuando me empiezan a caer pedidos urgentes, no? Ajá. Pues entonces le digo a Masiosare que me haga el paro revisando con el resto de mi equipo de estudiantes no graduados del CRIT Oaxaca las cargas para ver quién puede ayudarme. Su respuesta fue como: Pues voy a ver, pero si te contactaron a ti, aunque no sea tu cuenta, ni modo. Me cagué.

Órale, va. Al día siguiente me piden más pendejadas y le mando un mail con copia a mi jefa pidiéndole que por favor me ayude a revisarlo porque me está comiendo el trabajo. Su respuesta (copiando a media oficina) fue:

Masiosare: Como te dije ayer, necesito revisar las cargas con A, B y C porque yo no soy la líder de todas las cuentas y al final del día tú tienes que hacer las cosas porque tu trabajo no tiene fecha de entrega.

Ah, no, pendeja? Entonces el calendario de cargas que llenamos cada semana con deadlines y fechas clave seguramente está para hacerme pendejo, no? Seguramente todas esas fechas marcadas para la siguiente semana las puse nada más para darle algo de dramatismo al pinche archivo. Ya sabes, así soy. Me encanta el sentido de angustia y agonía constante, sino no soy feliz. Me recargué en la pared. Entonces, a pesar de que me considero la persona más prudente del mundo, decidí responder ese mail:

Yo: Mil gracias por todo tu apoyo, Masiosare. En verdad te agradezco por este gran esfuerzo. Ya inicié una parte de las cosas pero sin duda todo será mucho más fácil con el apoyo de mi compañera X. Por último, nada más quisiera aclarar que todos mis reportes ya tienen fechas comprometidas marcadas en el calendario, por si requieres revisarlo. Por eso la urgencia en mi solicitud. Te agradezco mil, besitos, abrazos, TQM, vales mil, pinche puta, bye.

Bueno, tal vez la última oración no ocurrió tal cual.

Ni bien pasó un minuto, escucho que grita mi nombre de extremo a extremo de la oficina acompañado de sus tacones corriendo hacia mi lugar. Fue como ver en cámara lenta el choque de un tren, lo juro.

Masiosare (a gritos, en medio de la oficina, con todos presentes): QUÉ PASA CON TUS CORREOS! A MÍ NO ME VAS A HABLAR ASÍ! Y VOY A HABLAR CON TU JEFA PARA DECIRLE DE ESTA COMUNICACIÓN, NO TE LO VOY A PERMITIR!
Yo (disfrutando cada segundo de la entropía que acababa de ocasionar): Por favor háblalo con mi jefa y me invitas para que yo también le diga varias cosas con las que no estoy de acuerdo.
Masiosare: PUES CLARO QUE LE VOY A DECIR, YO SÉ HACER MI TRABAJO, NO NECESITO QUE TÚ NI NADIE ME LO ESTÉ RECORDANDO!
Yo: Perfecto, pues entonces demuéstrame que sabes hacerlo y no esperes a que tenga que recordártelo y si tanto te molesta mi actitud, háblalo con mi jefa y con quien quieras, no me das miedo, grábatelo.
Masiosare: PUES LE VOY A DECIR AL DIRECTOR!
Yo: Dile a quien quieras, que te quede claro, NO ME DAS MIEDO. Y por favor, cuando lo hables, me avisas para decirle todo lo que no haces.

Se cagó. Por supuesto que no me acusó jamás, tenía demasiada cola para pisarle.

Además, lo mejor de todo es que ella quedó como una loca pre-menstruada mientras que yo quedé como una víctima porque nadie oyó mis contestaciones. A huevo. Como dirían mis amigas de colegios privados de faldas tableadas…

Ante la adversidad, templanza.

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